domingo, febrero 13

una chica

Sobre la avenida Sante Fé hay muchos lugares donde se puede ir a comer algo al mediodía. Pero si por casualidad a alguien se le ocurre ir un jueves alrededor de las 2 de la tarde al Aroma de Santa Fé y Pueyrredón, comprar algo y dirigirse hacia la parte destechada de atrás es muy probable que encuentren a una chica de remera blanca, pantalón verde y zapatillas sentada comiendo y leyendo con los pies puestos arriba de una silla.
Si le prestamos atención podemos ver que sus ojos marrones están clavados en un libro. Parece que se quisiera devorar cada palabra Sin dejar de leer, su mano derecha toma el tostado que está en la mesa (a la distancia se nota que le faltó tiempo en el tostador) y lo va comiendo mientras con su cara hace muecas al notar que está frío y crudo. Pero podemos ver que se resigna y lo sigue comiendo.
Un mechón de su pelo color rojizo (pero que ya deja ver sus raíces castañas oscuras junto con alguna que otra cana) se le suelta del rodete y cae justo a la altura de sus ojos. Con sus dos manos ocupadas (una sostiene el libro y la otra su "tostado") trata de alejarlo resoplando, pero al no tener éxito decide soltar su comida y tratar de acomodarlo detrás de su oreja derecha para que no estorbe su visión. Aprovecha que tiene una mano libre y toma un trago de Sprite directo de la lata, no usa el vaso de plástico que hay en la bandeja sobre la mesa. Y como al parecer llegó al final de un capítulo, o al menos de un párrafo, interrumpe su lectura y se pone a mirar a su alrededor. Nosotros para disimular la imitamos.
No hay mucha gente en la parte de afuera del Aroma. Como volvió a salir el sol el calor volvió y todo el mundo vuelve a refugiarse en el sector climatizado. Pero en la sombra corre una brisa agradable. Una brisa que le vuelve a desacomodar el mechón a la chica de remera blanca. Ella, resignada, lo deja donde cayó, mira el cielo y cierra los ojos. En ningún momento suelta el libro. Se queda así durante varios minutos. Luego sacude la cabeza como para marear a sus pensamientos y se vuelve a compenetrar con la lectura. Porque la chica de pantalón verde cree que no nos damos cuenta, pero es algo que salta a la vista. Cuando lee, sus pensamientos permanecen inactivos. Esas ideas no flotan sobre su cabeza como una nube negra relampagueante a punto de dejar caer sus primeras gotas de lluvia furiosa, sino que se amanzan y la dejan descansar un poco. Igual no le decimos que sabemos su secreto. Dejamos que la chica de zapatillas crea que nos engañó a todos, así no le sumamos un pensamiento más a su ya ocupada cabeza.

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i'm a real nowhere woman, sitting in my nowhere land, making all my nowhere plans for nobody.. am i not a bit like you?