Ella

Ella no puede tener miradas de inocencia. Parece que las perdió todas aunque en su interior ella sabe que es más inocente de lo que cualquiera se puede imaginar. Pero toda esa ingenuidad, ese asombro ante la más mínima cosa, esa sonrisa fácil no sale al exterior. Queda encerrado mientras ella sigue mostrándole al mundo su austera fachada.
Sentada en el colectivo ensaya caras ingenuas pero no le salen. Ni siquiera ayuda el hecho de que esté tomando un jugo Cepita de naranja que le queda demasiado chico. Las miradas no son lo de ella. Siempre se sorprende a ella misma caminando por la calle con la cara más seria del mundo. No puede evitarlo. Su mamá le dice que desde chiquita es así: siempre seria y con los ojos abiertos bien bien grandes, como dos huevos duros.
La música tampoco la ayuda. Canta sí, siempre lo hace y es inevitable que sus labios se muevan y que salgan las letras de las canciones que va escuchando. Pero siempre en modo "mute", de su boca no salen los sonidos, sólo la mímica. No le gusta que la encuentren cantando en voz alta. Pero por más que lo ensaye, por más que lo intente, por más que se obligue, su fachada sigue siendo la misma: seriedad ante todo.
Quizás esa sea otra cosa para aprender e internalizar este año: sonreir ante la nada.

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