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Discuten. Por temas idiotas, como siempre. En su cara puedo ver toda la frustración que carga con ella. Los razgos se le acentúan, las arrugas se profundizan. Los anteojos no dejan que vea la expresión de sus ojos, pero estoy segura de que se aguanta las lágrimas.
Él por otro lado resopla y mira hacia delante tratando de concentrarse en la autopista. La frustración está en él también, mucho más visible. Quizás es más visible porque puedo ver sus ojos llenos con la resignación que acumuló con los años.
No los escucho, pero viendo cómo mueven los labios puedo saber perfectamente que están discutiendo. Podría llegar a adivinar lo que cada uno le dice al otro. Siempre son las mismas quejas, los mismos reproches, la misma temática. Siempre el desencadenante es el mismo. Es todo tan monótono, llegaron al punto de pelearse exactamente de la misma forma cada vez.
Yo los miro, no puedo evitarlo. Y tampoco puedo evitar pensar qué sería de ellos si tomaran las decisiones que tendrían que tomar. Si pusieran todas las verdades sobre la mesa. Quizás sería más felices. Quizás se iría todo al diablo. Pero no tratan nada, siguen con sus discusiones monótonas, conteniendo cosas en sus mentes, resignándose, pensando que el otro puede cambiar, frustrándose mutuamente. Siguen, quién sabe hasta cuando.
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Discuten. Por temas idiotas, como siempre. En su cara puedo ver toda la frustración que carga con ella. Los razgos se le acentúan, las arrugas se profundizan. Los anteojos no dejan que vea la expresión de sus ojos, pero estoy segura de que se aguanta las lágrimas.
Él por otro lado resopla y mira hacia delante tratando de concentrarse en la autopista. La frustración está en él también, mucho más visible. Quizás es más visible porque puedo ver sus ojos llenos con la resignación que acumuló con los años.
No los escucho, pero viendo cómo mueven los labios puedo saber perfectamente que están discutiendo. Podría llegar a adivinar lo que cada uno le dice al otro. Siempre son las mismas quejas, los mismos reproches, la misma temática. Siempre el desencadenante es el mismo. Es todo tan monótono, llegaron al punto de pelearse exactamente de la misma forma cada vez.
Yo los miro, no puedo evitarlo. Y tampoco puedo evitar pensar qué sería de ellos si tomaran las decisiones que tendrían que tomar. Si pusieran todas las verdades sobre la mesa. Quizás sería más felices. Quizás se iría todo al diablo. Pero no tratan nada, siguen con sus discusiones monótonas, conteniendo cosas en sus mentes, resignándose, pensando que el otro puede cambiar, frustrándose mutuamente. Siguen, quién sabe hasta cuando.
2 comentarios:
Interesante relato (Muy cercano a un cuento).
Me gustó, tiene un buen tono. Pero para mí cuando alguien resopla es la mujer, no sé porqué para vos es el hombre.
Saludos.
y de vez en cuando vuelvo y me pongo al dia, y ahora arranco por decir "entiendo"... y sigo, aun cuando ni en mi situacion ni en cualquier otra hay algo util que otro pueda decir...el otro dia escuche "nadie nos avisa que al crecer tambien hay que criar padres".
y la sabiduria tampoco es tan sabia cuando esto pasa.
un abrazo !
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