miércoles, abril 8

escrito

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Buenos Aires. Noche. Un aire fresco atraviesa la ciudad agitando las ramas de los árboles. Algunos cabellos se mueven también, preocupando a las chicas que no quieren ver sus peinados arruinados a causa de un poco de viento. La luna, casi casi llena, está posada en el cielo como una gran lámpara de techo (de esas redondas y grandotas).
A veces pasa que la música que uno está escuchando encaja perfectamente como banda de sonido de un momento particular. Hoy es uno de esos días. Parece que el otoño se ve bien con José Gonzalez de fondo. La gente caminando por la avenida, los autos en movimiento, el cierre de los negocios, todo encaja con la música que escucho. Parece que todos siguen una coreografía accidental. Lástima que soy la única que percibe este suceso. El resto del mundo está en su propia sintonía.
Las luces de algunas oficinas todavía están encendidas. Lo puedo ver cuando levanto la cabeza para contemplar lo que se ve del cielo. No veo movimiento, pero las luces encendidas dejan ver ese mundo que algunos creen privado. Me concentro en una ventana en particular. Puedo ver casi toda la habitación (hace rato que me detuve y me senté en un Aroma con un tostado de pan casero y una Aquiarius de pomelo): paredes amarillas sin cuadros, una puerta de madera, una planta de esas típicas de oficina que requieren poca atención, una biblioteca de la misma madera que la puerta, un escritorio que debo imaginar porque casi no lo veo. En el piso de abajo también hay luces que revelan varias escaleras bien altas y algunos escombros (evidentemente el piso está en construcción). Y nada más. Eso es todo lo que veo desde el lugar donde estoy sentada.
Sentada haciendo nada, escribiendo, comiendo, sentada tomando mi Aquarius de pomelo, escuchando música que combina con lo que veo a mi alrededor. Sentada en un bar de Buenos Aires en una noche bastante otoñal.
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2 comentarios:

g. dijo...

Me gustó mucho el texto.
Realmente.
Besos.

Terapia de piso dijo...

Me ha pasado. He vivido momentos en que la música que escucho hace un matrimonio perfecto con lo que estoy viviendo. Es magnífico. Sublime. Abrumador.

Pasa pocas veces.

Saludos, Floretta.

José Roberto Coppola

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i'm a real nowhere woman, sitting in my nowhere land, making all my nowhere plans for nobody.. am i not a bit like you?