.
Saber (del lat. sapere):
1- tr. Conocer algo, o tener noticia o conocimiento de ello.
2- tr. Ser docto en algo.
3- tr. Tener habilidad para algo, o estar instruído y diestro en un arte o facultad.
4- intr. Estar informado de la existencia, paradero o estado de alguien o algo.
5- intr. Ser muy sagaz y advertido.
6- intr. Dicho de una cosa: tener sabor.
7- intr. Dicho de una cosa: agradar o desagradar.
(Fuente: Diccionario de la Real Academia Española)
Ella no sabe nada. Naufraga en un mar de dudas. Lo único que sabe es que no sabe nada. Hay preguntas y preguntas que la rodean, la aprisionan, que se repiten porque no sólo ella se las hace: la gente a su alrededor pregunta lo mismo y algunos exigen una respuesta que ella no tiene. Y no sabe cómo encontrarla. Pasa sus horas preguntándose y preguntándose sin obtener nada, ni el más mínimo destello de respuesta.
Y se desespera, el no saber altera sus emociones. La ausencia de respuestas la deprime, la deja sin ganas. Así que además de no saber nada está desganada. Y ese desgano también afecta su autointerrogatorio.
Ella quiere ver una luz, un destello, un chispazo, algo que no sea negro. Algo que no sea nada. Pero la iluminación no llega sola, nunca llega sola. Y menos si no se hace nada para hacerla llegar. Y ella no está haciendo nada: está petrificada. Por miedo tal vez, por cansancio es lo más probable.
Así que ahí esta: petrificada, sin saber nada, con preguntas que la encierran y sin ganas de encontrar respuestas. Pero con la ilusión de encontrar una pista. Siempre queda la ilusión.
.
Saber (del lat. sapere):
1- tr. Conocer algo, o tener noticia o conocimiento de ello.
2- tr. Ser docto en algo.
3- tr. Tener habilidad para algo, o estar instruído y diestro en un arte o facultad.
4- intr. Estar informado de la existencia, paradero o estado de alguien o algo.
5- intr. Ser muy sagaz y advertido.
6- intr. Dicho de una cosa: tener sabor.
7- intr. Dicho de una cosa: agradar o desagradar.
(Fuente: Diccionario de la Real Academia Española)
Ella no sabe nada. Naufraga en un mar de dudas. Lo único que sabe es que no sabe nada. Hay preguntas y preguntas que la rodean, la aprisionan, que se repiten porque no sólo ella se las hace: la gente a su alrededor pregunta lo mismo y algunos exigen una respuesta que ella no tiene. Y no sabe cómo encontrarla. Pasa sus horas preguntándose y preguntándose sin obtener nada, ni el más mínimo destello de respuesta.
Y se desespera, el no saber altera sus emociones. La ausencia de respuestas la deprime, la deja sin ganas. Así que además de no saber nada está desganada. Y ese desgano también afecta su autointerrogatorio.
Ella quiere ver una luz, un destello, un chispazo, algo que no sea negro. Algo que no sea nada. Pero la iluminación no llega sola, nunca llega sola. Y menos si no se hace nada para hacerla llegar. Y ella no está haciendo nada: está petrificada. Por miedo tal vez, por cansancio es lo más probable.
Así que ahí esta: petrificada, sin saber nada, con preguntas que la encierran y sin ganas de encontrar respuestas. Pero con la ilusión de encontrar una pista. Siempre queda la ilusión.
.
3 comentarios:
Mis autointerrogatorios, qué vaya que son seguidos, se dejan afectar por cualquier cosa, por todo, por la nada...
Y mientras más me pregunto, más cuenta me doy que menos quiero saber.
José Roberto Coppola
Ella esta por despeeeeeeeegarrrr, ella se vaaaaaaaaaaaaaaa (8)
Si no sabe nada, sabe algo. Entonces no sabe nada.
Silogismos baratos los míos... ¿Qué pensaría Sócrates si me escuchará?
Publicar un comentario