EL mAr

Olfato: sal mezclado con peces y con agua (si, ya sé que el agua no tiene olor pero para mi olía a agua) A humedad pero agradable.

Vista: azul, inmenso, infinito. Va y viene. Se acerca y se aleja y me hace sentir única sólo por poder observarlo. Las olas se van formando a lo lejos y van trayendo la espuma a la orilla. Los azules se van aclarando y oscureciendo dependiendo de cómo les llega la luz del sol enorme que está por encima.

Oido: es como escuchar mil caracoles a la vez. El sonido me atrae, me envuelve y me llama a la orilla. Me hipnotiza. Me da paz (como mi reposera debajo del árbol de la casa de mi abuela).

Tacto: mis pies sienten como los granos de arena se deslizan entre los dedos. Bien finos, bien suaves. Se dejan hundir, se dejan moldear con la forma de mi huella, con la fuerza de mi propio peso. Algunos granos escapan por los costados y vuelan un poco (quizás les doy cierta sensación de libertad). La humedad se hace presente, va y viene hasta que finalmente no se va más y me invade por completo.

Sabor: algo nuevo. Distinto para alguien acostumbrado al agua de río. La sal invade todo, los labios me arden un poco, como cuando se come algo bien salado. Cierro la boca para no tomar, pero está en todas partes. Me rodea y se apodera de todo.