Ella calculó mal el tiempo. Odia cuando le pasa, sobre todo cuando se queda corta. Pero el caso de hoy es el contrario. Tiene demasiado tiempo de sobra.
Para empezar a perderlo decide caminar desde donde está hasta su trabajo. "Serán unas 20 cuadras", calcula mentalmente. Empieza la caminata y se da cuenta de que está pegándole el sol y que eso no es beneficioso en este día tan caluroso. Cruza la calle y camina tranquila por las calles de Buenos Aires sin mirar el reloj.
Mira a su alrededor y ve a la gente de que se adapta al día primaveral, casi veraniego que les tocó en este invierno extraño. "No hay nada más lindo que los primeros días primaverales" piensa.
Cuando ya hizo la mitad del camino mira la hora: son las 13.15. Con todo el tiempo que se tomó para caminar sigue con minutos de sobra. Piensa rápido y recuerda que tiene que pasar por la plaza de Tribunales. Decide que allí aniquilará todo lo que le queda de tiempo. Mientras se va acercando hacia la plaza su vista se llena de gente con trajes y portafolios, y sus oídos de palabras jurídicas (de las cuales no entiende ni una, pero reconoce el aire legal de las oraciones).
Llega finalmente a la plaza y se busca un lugarcito en la sombra. Muchos no hay, pero se hace espacio entre dos turistas italianas y un señor que está concentradísimo leyendo un libro del que ella no logra leer ni el nombre ni el autor.
Y ahí se queda contemplando el hermoso día porque cuando salga de su trabajo ya va a ser de noche y todo ese cielo celeste que en este momento está siendo su techo ya no va a estar. Quizás mañana sí, cuando tenga que salir de nuevo. Esta vez con el tiempo bien calculado.
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Para empezar a perderlo decide caminar desde donde está hasta su trabajo. "Serán unas 20 cuadras", calcula mentalmente. Empieza la caminata y se da cuenta de que está pegándole el sol y que eso no es beneficioso en este día tan caluroso. Cruza la calle y camina tranquila por las calles de Buenos Aires sin mirar el reloj.
Mira a su alrededor y ve a la gente de que se adapta al día primaveral, casi veraniego que les tocó en este invierno extraño. "No hay nada más lindo que los primeros días primaverales" piensa.
Cuando ya hizo la mitad del camino mira la hora: son las 13.15. Con todo el tiempo que se tomó para caminar sigue con minutos de sobra. Piensa rápido y recuerda que tiene que pasar por la plaza de Tribunales. Decide que allí aniquilará todo lo que le queda de tiempo. Mientras se va acercando hacia la plaza su vista se llena de gente con trajes y portafolios, y sus oídos de palabras jurídicas (de las cuales no entiende ni una, pero reconoce el aire legal de las oraciones).
Llega finalmente a la plaza y se busca un lugarcito en la sombra. Muchos no hay, pero se hace espacio entre dos turistas italianas y un señor que está concentradísimo leyendo un libro del que ella no logra leer ni el nombre ni el autor.
Y ahí se queda contemplando el hermoso día porque cuando salga de su trabajo ya va a ser de noche y todo ese cielo celeste que en este momento está siendo su techo ya no va a estar. Quizás mañana sí, cuando tenga que salir de nuevo. Esta vez con el tiempo bien calculado.
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