veinte más ocho.

Una mesa. Cinco Sillas. Una silla más contra una heladera. Dos personas. Muchas fotocopias, libros, apuntes, ejercicios, lapiceras, hojas en blanco.
Dos personas que se vuelven tres. Tres mantelitos aparecen en la mesa con tres vasos, tres platos, tres cuchillos y tres tenedores y una jarra de agua. Varias empanadas (podría contarlas pero no quiero). Tres frutas distintas. Los tres platos se vacían. Vuelven los libros a la mesa, pero ahora hay más. Aparecen caramelos también, pero no recuerdo cuántos.
Tres personas se vuelven cuatro. Las fotocopias, los libros y todo eso continúa en la mesa. Los caramelos también, y los papeles de los que ya fueron consumidos están apilados en el centro de la mesa. Las cuatro personas hablan. El material de estudio ya no está siendo usado. Sólo hablan y se ríen. Aparece un mate, aparecen los mantelitos otra vez (ahora son 4 o 5). Aparece un nesquick en la mesa con copoz sin azúcar. Suena el portero.
Cuatro personas se vuelven cinco. La mesa se va llenando con cosas para la merienda: el mate que ya estaba, el nesquick y aparece otro más. Aparecen tostadas, galletitas. Aparecen cuchillos para untar la mermelada, el quesito y el dulce de leche que alguien acaba de dejar por ahí. El material de estudio fue removido porque ya estaba como olvidado.
Las cinco personas hablan y hablan, toman mate, actualizan, ríen, comen, viven. Las cinco personas disfrutan una merienda de esas que tanto les gustan.