noche de domingo

Hay momentos en los que la mente se detiene. Momentos en los que tenemos la oportunidad de hacer un paréntesis en nuestra vida y vivir unas horas sin pensar, sin que los problemas que te afectan tanto el resto del tiempo te toquen, directamente no los recordás. Ayer mi mente me permitió un paréntesis de algunas horas. Me lo permitió porque estaba en el monoambiente, mi nuevo refugio. Me lo permitió porque estaba con mis amigas: por fin estábamos las 5 juntas. Me lo permitió porque estábamos jugando al scrabel (mi juego se escribe así aunque todo el mundo piense que está mal escrito), comiendo torta de ricota con dulce de leche que le agregamos nosotras y algunas fumando un cigarrillo.
Y yo ayer fui feliz, sólo por estar ahí con ellas mientras mi mente me dejaba esas horas de recreo, por estar con ellas y no estar en mi casa tirada en el sillón mirando tv y con mis pensamientos dándome vueltas y vueltas. Fui feliz porque por fin estábamos todas juntas divirtiéndonos con esos chistes que sólo a nosotras nos causan gracia, contándonos las novedades del tiempo en que no nos vimos, olvidándonos del mundo sólo por un rato, sólo por ese domingo a la noche.
Pero esos paréntesis no pueden ser demasiado extensos. Una tiene que volver al mundo real y eso sucedió esta mañana. Sentada en el colectivo contemplando la lluvia ligera, de repente en mis oídos empieza a sonar Radiohead. Y con esa música volvió mi mente a funcionar. Y ahora no puedo dejar de escuchar a Radiohead y mi mente, obviamente (una rima..), está funcionando a todo lo que dá. Otra vez.