nowhere land

lunes, mayo 9

los florettos

Los florettos son una especie de mamíferos del orden de los carnívoros. Habitan la zona occidental, generalmente son vistos en Sudamérica. Y principalmente en Argentina, rondando los barrios de Barracas, San Telmo y Barrio Norte. Prefieren los climas cálidos y en invierno se los puede ver caminar muy bien abrigados mientras resoplan sin consuelo. Durante el verano se los encuentra fácilmente desplazándose por las calles de las ciudades siempre con auriculares en sus orejas y moviendo la cabeza al ritmo de alguna canción que suena en su mp3 o celular.

Nombre y etimología
El nombre de floretto es el último en la cadena de nombres que esta especie ha recibido a lo largo de los años. En un principio se los denominó "floppy", pero al ver que no les resultaba agradable se decidió cambiar al nombre "flor". Con el tiempo, y para no confundirlos con otras especies de nombre similar, se pasó a llamarlos "floretta". Finalmente por derivaciones accidentales se llegó al nombre que se utiliza en la actualidad.

Descripción
Los florettos son mamíferos muy sociales y amables. Raras veces se los puede ver enojados y en esos casos es mejor alejarse. Son de estatura media, cabello que puede variar de castaño oscuro a pelirojo. Sus extremidades inferiores (les llamaremos piernas) son un rasgo característico por su delgadez y blancura. Sus manos son largas y sus dedos levemente chuecos. Tiene una nariz de tamaño considerable que trata de ocultar sin éxito. Sus ojos son grandes y marrones, bastante expresivos según los científicos que estudian la especie. En la parte superior de su torso a la derecha podemos observar una mancha negra con forma de pájaro. Su parte trasera es prácticamente inexistente, tendiendo a desaparecer a medida que pierde peso.

Alimentación
Los florettos tienen una alimentación muy variada. Tanto carnes como verduras y frutas. Su comida fuerte es la nocturna, ya que de día deambulan y no parecen encontrar un alimento con los minerales y vitaminas que se necesitan debido a que su almuerzo se basa en lo que encuentran en la alacena de su hogar. Beben mucho líquido: agua, gaseosa, mate y ciertos días de la semana (y generalmente por la noche) bebidas alcohólicas. Se los puede ver con cierta regularidad tanto en las casas de comida rápida como en las de comida china, natural y en las pizzerías.

Fuente: Wikipedia


sábado, febrero 19

ayer soñé con vos. estabas triste

Sube a un colectivo de la línea 12 en Anchorena y Santa Fé mientras hace malabares con su celular, su mp3 y la tarjeta del colectivo. Unos pocos segundos después logra llegar y acomodarse exitosamente en la parte del fondo. Parada pero cómoda. Trata de liberar sus manos así que guarda la tarjeta en el bolsillo trasero de su pantalón de jean, apaga su mp3, lo acomoda en el bolsillo delantero derecho y se saca los auriculares dispuesta a realizar una llamada con su celular que es el único objeto que quedó en sus manos.

Al finalizar la llamada y revisar los mensajes que le habían llegado mientras se estaba subiendo al colectivo guarda su celular en el bolsillo izquierdo de su pantalón y saca el mp3 del derecho con intención de seguir escuchando lo único que escuchó durante todo el día. Se pone los auriculares una vez más, retrocede los temas para empezar otra vez desde cero con el disco y vuelve a guardar el mp3. Ahora con las dos manos libres se acomoda mejor en el colectivo mientras éste dobla en la calle Riobamba. Mira hacia el cielo y llega a ver algo de celeste entre nubes color gris. Piensa que el pronóstico probablemente haya acertado esta vez y que es probable que salga el sol aunque esté anocheciendo.

Mientras el colectivo avanza por Combate de los Pozos logra sentarse junto a una ventanilla con la altura justa para que acomode su brazo en el marco. Una brisa intenta agitar su pelo que está contenido por un rodete y una vincha floreada. Con la mirada perdida en la calle transita algunas cuadras más hasta que su celular la saca de su estado latente. Tarda algunos segundos en lograr sacarlo de su bolsillo izquierdo pero finalmente lo logra y se pone a leer el mensaje que le llegó. Un poco confundida lo vuelve a leer y luego cierra el celular y lo guarda sin emitir respuesta.

El viaje sigue pero su mente quedó estancada en aquel mensaje que llegó minutos atrás. Una oración en particular captó su atención: "ayer soñé con vos. estabas triste". Se pregunta una y otra vez si eso era posible. ¿Estaba triste?. Creía que no, al menos hasta ese momento la idea de tristeza no se le había cruzado por la mente. La idea de cansancio sí estaba presente en ella, en su mente, en su cuerpo, en sus ojos, en sus gestos. Pero nunca se le había ocurrido la idea de que podía simplemente estar triste. El colectivo ya doblaba en Juan de Garay cuando ella analizaba la posibilidad de que en realidad lo que le pasaba no se relacionaba con el cansancio sino con la tristeza. La música de fondo no ayudaba en nada como para sumarle puntos a la teoría número 1 sino que las palabras, los tonos, los acordes golpeaban su cabeza y su corazón empujándola a la segunda teoría, que había pasado de inimaginable a casi certera tan sólo con 6 palabras: "ayer soñé con vos. estabas triste".

¿Podría ser tristeza? Meditó un segundo y se debatió entre bajarse en la parada correcta o hacer algunas cuadras más y luego caminar hasta su casa. Caminar siempre le ayuda a aclarar ideas. Cuando se dio cuenta ya estaba de pie y había apretado el timbre como para bajarse donde debía, así que simplemente se limitó a bajar del 12 y a caminar la media cuadra que la separa desde la parada hasta su casa. Mientras lo hacía, en su mente enumeraba razones para estar cansada. Se había formado una lista bastante importante y hasta había llegado a la conclusión de que lo mejor que podía hacer era tomar una siesta.

Cuando abrió la puerta del edificio su mente encontró 3 razones más para estar cansada. Pensó que 9 razones eran suficientes como para comprobar esa teoría así que se obligó a dejar de pensar en eso. Llegó a la puerta de su departamento, la abrió, entró y saludó a su hermano que (como de costumbre) estaba frente a la computadora mirando alguna película. Llamó a sus padres para saber algunas novedades de sus vacaciones, conversó un largo tiempo con su madre mientras planchaba las sábanas que había lavado el día anterior. Lavó las cosas que había en la pileta aunque todas no fueran suyas. Puso su uniforme en un balde con jabón y finalmente se dirigió a su habitación. Recordó que su celular tenía poca carga así que se acercó al enchufe para conectarlo. Y cuando sacó el celular de su bolsillo izquierdo recordó las palabras. Esas dos oraciones. Esas 6 palabras. Esas 27 letras. "Ayer soñé con vos. estabas triste". Y otra vez su mente la atacó de nuevo con las mismas preguntas de siempre.



domingo, febrero 13

una chica

Sobre la avenida Sante Fé hay muchos lugares donde se puede ir a comer algo al mediodía. Pero si por casualidad a alguien se le ocurre ir un jueves alrededor de las 2 de la tarde al Aroma de Santa Fé y Pueyrredón, comprar algo y dirigirse hacia la parte destechada de atrás es muy probable que encuentren a una chica de remera blanca, pantalón verde y zapatillas sentada comiendo y leyendo con los pies puestos arriba de una silla.
Si le prestamos atención podemos ver que sus ojos marrones están clavados en un libro. Parece que se quisiera devorar cada palabra Sin dejar de leer, su mano derecha toma el tostado que está en la mesa (a la distancia se nota que le faltó tiempo en el tostador) y lo va comiendo mientras con su cara hace muecas al notar que está frío y crudo. Pero podemos ver que se resigna y lo sigue comiendo.
Un mechón de su pelo color rojizo (pero que ya deja ver sus raíces castañas oscuras junto con alguna que otra cana) se le suelta del rodete y cae justo a la altura de sus ojos. Con sus dos manos ocupadas (una sostiene el libro y la otra su "tostado") trata de alejarlo resoplando, pero al no tener éxito decide soltar su comida y tratar de acomodarlo detrás de su oreja derecha para que no estorbe su visión. Aprovecha que tiene una mano libre y toma un trago de Sprite directo de la lata, no usa el vaso de plástico que hay en la bandeja sobre la mesa. Y como al parecer llegó al final de un capítulo, o al menos de un párrafo, interrumpe su lectura y se pone a mirar a su alrededor. Nosotros para disimular la imitamos.
No hay mucha gente en la parte de afuera del Aroma. Como volvió a salir el sol el calor volvió y todo el mundo vuelve a refugiarse en el sector climatizado. Pero en la sombra corre una brisa agradable. Una brisa que le vuelve a desacomodar el mechón a la chica de remera blanca. Ella, resignada, lo deja donde cayó, mira el cielo y cierra los ojos. En ningún momento suelta el libro. Se queda así durante varios minutos. Luego sacude la cabeza como para marear a sus pensamientos y se vuelve a compenetrar con la lectura. Porque la chica de pantalón verde cree que no nos damos cuenta, pero es algo que salta a la vista. Cuando lee, sus pensamientos permanecen inactivos. Esas ideas no flotan sobre su cabeza como una nube negra relampagueante a punto de dejar caer sus primeras gotas de lluvia furiosa, sino que se amanzan y la dejan descansar un poco. Igual no le decimos que sabemos su secreto. Dejamos que la chica de zapatillas crea que nos engañó a todos, así no le sumamos un pensamiento más a su ya ocupada cabeza.

viernes, febrero 11

esa maldita imagen

Y ahí están. Tan extraños, tan desconectados, tan irreales. Miro la imagen y lo único que se me pasa por la mente es que esa imagen está armada. Se ve tan poco natural, tan forzado. En todos lados hay rastros de que no fue su idea, de que por sus mentes no pasó ni por un instante el deseo de tomarse de las manos, de entrelazar sus dedos (es más, creo que ni siquiera están entrelazados).

Y yo los miro, miro esa foto, miro sus caras, miro esas manos unidas pero a la vez tan alejadas, tan a miles de kilómetros una de la otra. Las miro y en mi interior algo se estremece. Algo se mueve. Es esa vieja sensación que ya a estas alturas vive en mi. No, sensación no, deseo. El deseo de no terminar así, de no llegar al punto de no escucharse, de no entenderse. Al punto de no recordar por qué siguen juntos. De no recordar qué era lo que los hacía elegirse día tras día.

Y dejo de mirar esa foto para mirarlos en vivo y en directo. Sus ojos desconectados, casi sin brillo. Sus sonrisas ocultas detrás de unos labios apretados. De unos labios que se abren para dejar salir palabras llenas de resentimiento, de cansancio, de desentendimiento.

Y yo ahí escuchando cosas que no quiero oir. Viendo cosas que no quiero (ni debería) ver. Y toda esa información se me acerca, me rodea, me envuelve, me invade y me hace pensar que no quiero terminar así. Sin brillo en los ojos y con la sonrisa tapada detrás de mis labios que expresan resignación.

domingo, febrero 6

tan atentas (a que nada)

Una lona. Dos chicas encapuchadas escuchan música. Cada una algo distinto, cada una en su propio mundo. Ambas miran hacia el mar, las piernas agarradas con sus brazos. Todo alrededor es arena. El viento sopla fuerte obligando a las encapuchadas a abrazar un poco más sus pies. De repente se miran. Sin decir nada, sin apagar la música. Sólo se miran, sus ojos se enfrentan. Si alguien las viera no entendería nada, pero ellas se miran y se entienden a la perfección. Se quedan así por unos segundos, mirando la una a la otra, la vista fija, sin parpadear casi. Luego vuelven la vista al mar y su inmensidad las envuelve.




jueves, febrero 3

risas de medianoche

¿Podrá ser que afuera sigan gritando? ¿Qué hora será? Seguro que es tarde. Ya estoy vieja, me quejo de todo.

Acostada boca abajo, abrazando la almohada, escuchando al mosquito que se pasea por la habitación y visita mi oreja como para mantenerme en vela.

¿Estarán despiertas? ¿El mosquito pasará a molestarlas también? ¿O soy sólo yo la que recibe la tortura china? ¿Será un castigo? ¿Pero castigo de qué si yo no hice nada? ¿O será que si hice algo y no me di cuenta?

Me pongo boca arria. Me muevo un poco para que noten que yo también estoy despierta (suponiendo que ellas están despiertas también). Escucho que hacen ruido. Lo localizo en la cama que está abajo de la mía. Por unos segundos (un minuto quizás) intercambiamos movimientos y sonidos de crujir de camas, como para despejar las dudas y asegurarnos que ambas estamos despiertas. Cuando estoy a punto de susurrar algo escucho el crujir de la tercera cama y movimientos de su ocupante. La coreografía de movimientos y sonidos se reinicia hasta que largo una carcajada. Las ocupantes de las otras dos camas se ríen también y así la charla comienza. El mosquito nos sigue rondando, pero a ninguna parece importarle ya.

lunes, enero 31

llegó el verano

Acostada en la lona. El sol acaricia esa mancha negra con forma de pájaro que hay en mi espalda.
Inclino mi cabeza hacia un costado y abro un ojo. El cielo no puede estar más celeste. No hay nubes, sólo celeste. Mi ojo se dirige hacia la tierra. Dos nenes con palitas hacen pozos gigantes mientras se llenan de la arena que van sacand0. Dos señoras toman sol en sus reposeras mientras hablan sin parar. Sus pieles están demasiado bronceadas, a esta altura yo diría que se están disecando en vez de broncearse. Un grupo de chicos juega al volley y a lo lejos puedo ver a algunos jugando al tejo y a otros paleteando.
De repente escucho un sonido familiar. Sí, esa canción me es conocida. Sí, esa canción es perfecta para este momento. Sigo el ritmo con mi pie o mi mano mientras pienso que este momento no puede ser más veraniego.
Y el sonido del mar presente siempre, prefecto siempre, hermoso siempre.

el pasado

Datos personales

Mi foto
i'm a real nowhere woman, sitting in my nowhere land, making all my nowhere plans for nobody.. am i not a bit like you?