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Está contenta. No feliz, pero contenta. Por lo menos es algo. Las vacaciones le trajeron muchos momentos con esa gente a la que adora. Muchos mates, almuerzos, cenas, salidas. Muchas pero muchas risas.
Pero cuando se queda sola vuelve esa sensación que la invade desde hace mucho tiempo y que no la suelta. Esa especie de soledad, mezclada con tristeza y melancolía. Y la envuelve y ella no puede liberarse, no sabe cómo hacerlo. Queda enredada hasta que un teléfono suena o su celular se empieza a mover y un plan surge. Entonces ahí consigue las fuerzas para desatarse y salir al encuentro de sus amistades para aventurarse por las calles de San Telmo, o salir a lugares que frecuentaban 3 años atrás y bizarrear hasta morirse de la risa, o siemplemente juntarse en alguna casa con alguna cosa dulce para comer y algún juego de mesa para sentirse niñas otra vez.
Y cuando ella vuelve de aventurarse por el mundo sabe que las sensaciones la están esperando. Y no se resigna: lucha intentando no quedar atada pero últimamente no logra ganar. Será que ya se quedó sin fuerzas o que simplemente se cansó.
Quizás tendría que abrir todas las ventanas y puertas de su casa para que el viento se lleve todas las ataduras y enredaderas que no la dejan libre. Va a probar a ver si resulta. Igual sabe que siempre va a estar el teléfono sonando y el celular moviéndose invitándola a una nueva aventura que ella no piensa despreciar.
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Está contenta. No feliz, pero contenta. Por lo menos es algo. Las vacaciones le trajeron muchos momentos con esa gente a la que adora. Muchos mates, almuerzos, cenas, salidas. Muchas pero muchas risas.
Pero cuando se queda sola vuelve esa sensación que la invade desde hace mucho tiempo y que no la suelta. Esa especie de soledad, mezclada con tristeza y melancolía. Y la envuelve y ella no puede liberarse, no sabe cómo hacerlo. Queda enredada hasta que un teléfono suena o su celular se empieza a mover y un plan surge. Entonces ahí consigue las fuerzas para desatarse y salir al encuentro de sus amistades para aventurarse por las calles de San Telmo, o salir a lugares que frecuentaban 3 años atrás y bizarrear hasta morirse de la risa, o siemplemente juntarse en alguna casa con alguna cosa dulce para comer y algún juego de mesa para sentirse niñas otra vez.
Y cuando ella vuelve de aventurarse por el mundo sabe que las sensaciones la están esperando. Y no se resigna: lucha intentando no quedar atada pero últimamente no logra ganar. Será que ya se quedó sin fuerzas o que simplemente se cansó.
Quizás tendría que abrir todas las ventanas y puertas de su casa para que el viento se lleve todas las ataduras y enredaderas que no la dejan libre. Va a probar a ver si resulta. Igual sabe que siempre va a estar el teléfono sonando y el celular moviéndose invitándola a una nueva aventura que ella no piensa despreciar.
2 comentarios:
Lo bueno es que están las amistades que suenan y pinta algo.
¿Imaginate si no estuvieran?
Hay tiempo para todo, delicado texto.
saludos.
Esas sensaciones que esperan tu regreso. Esas mismas que detienen el tiempo. Las que te hacen recordar que lo que viviste fue una pausa, un escape y que tu realidad es otra.
José Roberto Coppola
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